37 días...37 días los que Pepe estuvo con nosotras. 37 días de calor de hogar, cuidados y dignidad.
Tenía una grave infección en sangre, con la transfusión y el tratamiento, en la última analítica se vio que estaba ya controlada.
Tenía una parte a nivel digestivo gravísima que con el tratamiento y la dieta se corrigió.
A nivel respiratorio estaba cargadisimo y se controló también.
Se fue controlando todo, pero Pepe seguía yendo a peor... no anímicamente, pero sí físicamente. Era un gato inmuno y posiblemente fuera la propia inmunodeficiencia la que lo estaba consumiendo.
Cuando llegan en tan mal estado como lo estaba Pepe, pero ves cómo con tratamiento vas consiguiendo corregir lo que está mal y, sin embargo, no puedes parar su deterioro, es muy frustrante.
Los primeros días había que darle de comer y al poco tiempo ya comía con tantas ganas que daba gusto verlo.
Sabíamos que era difícil, pero sus ganas de luchar eran tantas, nuestra motivación al verlo luchar eran tantas, que lo intentamos hasta el último día. Ese último día ya no quiso comer.
La tristeza es inevitable, pero era su momento. Nuestro consuelo? Haber podido cuidar de él y evitarle una muerte posiblemente muy mala en la calle, solo, con frío y lluvia.
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