jueves, 9 de diciembre de 2021

JOSPI ACOGIDA

 

Si hay algo que nos rompe el corazón, es que gatos como Jospi no lleguen a conocer nunca el calor de un hogar.
Los hay que no quieren saber nada de los humanos. Los hay que necesitan tiempo y paciencia para dejarse querer. Y los hay como Jospi, que lo único que buscan es nuestro cariño.
Era una gata casera a la que su familia dejó atrás durante las expropiaciones por la construcción del Hospital Álvaro Cunqueiro en 2015. Se acercó a unos obreros muerta de hambre pidiendo comida. Fue cuando llegó a nosotros.
6 años después, Jospi es una abuelita, tiene un problema de corazón y ha perdido la visión. No es una gata con la que vayas a jugar y no te hará reir con sus travesuras. Lo único que viejitos como ella pueden ofrecernos es su compañía, su calma, su ternura y su eterno agradecimiento en forma de ronroneo, ese bendito sonido que por alguna razón, nos hace sentir tan bien.
Jospi fue, para muchos voluntarios, su primera toma de contacto con el refugio. Para ella, que alguien entrara en su sala era siempre una oportunidad de recibir unos mimos, así que la primera vez que entrabas, siempre era ella la que te daba la bienvenida.
Con Leia, su acogida, no hubiera sido distinto de no ser por una cosa. Esta vez ha sido a Jospi a la que le han dicho "Bienvenida a mi familia"
Queremos agradecer de todo corazón a Leia el haberse fijado en Jospi y darle la oportunidad de vivir su última etapa acompañada.
Lo necesitaba tanto, que aún hoy, que Jospi está acomodada en su hogar y que sabemos que está bien, nos emocionamos al pensarlo.
Egoístamente, nos alivia el corazón no volver a ver a nuestra pequeña pidiendo más de lo que podíamos ofrecerle.
El día que la dejamos en tan deseado hogar pedimos dos cosas. A Leia, que la cuidara y mimara muchísimo, y sabemos que lo hará. A Jospi, que disfrutara de ese cariño todo el tiempo que pueda. Realmente necesitamos que lo haga.
En el refugio todos los voluntarios se han dado cuenta de que no está. Llegar y buscarla con la mirada era ya una costumbre para muchos y os damos las gracias por ello. Gracias por quererla tanto, por dejar que se acostara sobre vuestras rodillas mientras limpiabais los areneros aunque eso os complicara un poco la faena, por estar siempre pendientes de si comía, de si estaba animada, de si estaba bien...
Las acogidas son una bendición, no nos cansaremos nunca de decirlo, y son tan escasas que no os imagináis la alegría que suponen cuando llegan.
Gracias de corazón Leia! ❤️



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