martes, 8 de septiembre de 2009
MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS
Manola tiene 76 años. Es la viva imagen del trabajo, delgada, con el rostro marcado por el tiempo y la tristeza. ¿Ayudarme a mi? ¿Quien? Dice mientras camina cargada con su carrito. No viene de la tienda, aunque lleva comida. Manola lleva toda la vida alimentando colonias de gatos abandonados. Se pasa el día cocinando para ellos, ya que su pensión no le permite alimentarlos con lo que quisiera. Son su otra familia y no quiere verlos pasar hambre. Manola no se ocupa de un solo barrio. Todas las noches realiza el mismo itinerario, pasa por tu barrio, por el de tus amigos, posiblemente pase bajo tu ventana. Para ti no es mas que una anciana que lleva un carrito, solitaria, a veces bajo lluvia. Una anciana que pasa puntualmente llueva o haga calor, con temporal, con su paso decidido por la calle, cuando los demás descansamos ante el televisor o en nuestras camas. Para muchos es la loca de los gatos, una chiflada excéntrica que solo da problemas. Pero para muchos mas es un ejemplo y una esperanza. Todas las noches cientos de estómagos vacíos acuden a su llamada y pasan un día mas en la intemperie, pero alimentados. Ya la reconocen desde lejos y la saludan alegremente con sus rabitos levantados. Lleva mas de 40 años arrastrando ese carrito por las calles, viendo como sus pequeños amigos desaparecían, recogiendo los pocos que podía atrapar , salvando la vida a muchos. Lleva mas de 40 años recibiendo amenazas, agresiones, insultos, denuncias e incluso han intentado violarla. La han acosado, amenazado, señalado con el dedo por la calle. Pero Manola levanta la cabeza con orgullo y sigue con su carrito por que sabe que esta haciendo bien. Que las leyes de los hombres no tienen nada que ver con lo que ella hace. Ella trae esperanza y luz donde solo hay hambre y tristeza. Algún día no la veréis por la calle. Son 76 años y esta cansada, enferma, triste. Ya no tiene la misma vitalidad. Y no veréis su carrito lleno de esperanzas e ilusiones. Cientos de rabitos alzados esperaran bajo la lluvia su porción de alimento. No entenderán por que ya no vuelve mas. Se acabará su esperanza. Quizás ese día cientos de gatos desamparados acudan allí donde reposen sus cansados huesos y traten de devolverle un poquito del calor que ella les brinda todos los días. Es muy duro su trabajo, mas cuando se lleva en soledad. Pero tiene claro que morirá con las botas puestas. Que el ultimo suspiro lo gastará en subir con su carrito lleno de comida, entre las risas y burlas de quienes no la comprenden. Hace años que Manola lleva pidiendo ayuda física para poder alimentar a las colonias que sostiene. Es muy anciana, esta enferma y algún día su mala salud le pasará factura. Desde Proyectogato (Vigo) se han realizado varios llamamientos para conseguir voluntarios en su tarea sin ningún éxito. La poca gente que se acercaba iba uno o dos días y no regresaba mas. Ya se sabe que no es un trabajo grato ni se obtiene mas recompensa que la de dar sin esperar nada a cambio. Manola esta triste por que sabe que el día que ella no este todos esos animales morirán de hambre. Nadie moverá un dedo por ella. Lo dice con tristeza y resignación. Y es que personas como Manola, no hay muchas y están en extinción.
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Precioso relato.Cuanta verdad hay en esas frases.
ResponderEliminarManola eres un ser muy especial,libre,no me queda más que decir.
Ole!!! con un par de ovarios si señor!!!!
Buf. Yo sólo alimento a un minino de las inmediaciones, hoy me olvidé y salí hace un rato, el pobre estaba esperándome. Me da muchísima pena. Cuando me mude en un par de meses intentaré seguir viniendo todos los días. Por Santiago las pocas colonias que conozco (no porque haya pocas, sino porque yo no conozco más) están alimentadas, no sé por quién pero siempre hay pienso.
ResponderEliminarEs un relato muy triste... Todos sabemos de alguna persona que da de comer a los mininos callejeros. Aunque espero que ellos se sepan buscar la vida y que no dependan sólo de esa persona para su supervivencia..
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