Si siempre es importante acompañarlos, mimarlos y cuidarlos a lo largo de su vida, lo es más aún hacerlo al final de ella, sobre todo con tantos gatiños que no han tenido el calor de un hogar, cuando están muy enfermos, sabemos que les quedan pocos días, poder acogerlos en un hogar para que pasen sus últimos días les da la vida, ellos están reconforcados y aprecian esas atenciones, cariño y cuidados. Estar tranquilos, siempre acompañados y hasta poder disfrutar de un ratito al aire libre les da unos días más de vida y un final digno, sin dolor y con todo el amor del mundo. Es lo que se merecen todos.
Jendrix fue un caso delicado y que nos dio mucha pena, es un gato que vino de una colonia, donde era un poco agresivo con el resto de compañeros, problema que sabíamos que posiblemente se solucionaría en cuanto estuviese castrado, pero fue imposible saberlo porque la persona que los cuidaba se negó en rotundo a que volviese, bajo amenaza de envenenarlo, así que finalmente quedó en el refugio.
Era un gato muy bravo, al que le costó muchísimo adaptarse, tenía mucho miedo al resto de gatos y andaba siempre escondido. Su proceso de adaptación fue muy largo. Por desgracia, cuando empezaba a soltarse y estar tranquilo, a las dos semanas, tuvo un bajón, se le hicieron pruebas que dieron como resultado una insuficiencia renal, con valores de creatinina y urea muy altos, se deshidrataba con frecuencia. Logramos estabilizarlo pero con la segunda recaída que tuvo ya no recuperó, el suero no le hacía nada ni sus valores mejoraban, así que pasó sus últimos días en un hogar, y fue un gato al que se le notaba especialmente tranquilo y feliz, agradecía los rayos del sol, apenas podía comer pienso y sin embargo devoraba las hierbitas.
Es importante, en casos terminales, cuando el animal ya no da más de sí,
y da un paso atrás con el tratamiento, saber cuando parar y ocuparse ya
sólo de que tengan un final digno.
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