Vino acompañada de Angel, que no aparece en las fotos porque él era el que las sacaba, a la vez que también ayudaba como un campeón en la limpieza.
Entre escobas, fregona y manguera, se dieron tiempo de dejarse mimar y mimarlos, y como siempre, los pitufines se lo agradecieron con ronroneos y más ronroneos, maullidos exigiendo mas caricias y acoso a mas no poder.
Fue una jornada muy especial, llena de cariño. Muchas gracias Paula, por cuidar tan bien de nuestra Abú, y a la vez venir desde tan lejos a echar una mano. Gracias Angel, por ayudarnos y ser tan generoso con tu tiempo. Gente como vosotros nos anima a no decaer, a seguir luchando... por ellos, siempre por ellos.
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