Un veterinario, colaborador de Proxecto Gato, desaconsejó ayer trasladar a los 200 gatos de las instalaciones de la Protectora de Animales en A Madroa, una medida cautelar que ayer fue debatida en el juzgado de Primera Instancia número 10 de Vigo. El convenio entre la Protectora y Proxecto Gato finalizó en marzo y la primera pide que los animales abandonen las instalaciones que ocupan, entre ellas una antigua oficina. Los de la oenegé piden cuatro meses de plazo para retirar los animales.
El veterinario argumentó que el desalojo de los pequeños felinos sería «muy complicado y les generaría estrés». Este advierte que un súbito cambio de hábitat provocaría en los mininos «patrones de agresividad en un entorno nuevo y unos se agredirían a otros por estrés». Añadió que es «inviable» trasladarlos en masa a otro lugar sin una aclimatación previa y recordó que las instalaciones que ocupan son mejorables.
Los activistas de Proxecto Gato trajeron a un segundo testigo para que hablase a su favor. Era una voluntaria que hace seis años trabajó con la Protectora, que es la que pide el desalojo. «No había ningún cuidado de los gatos, las instalaciones estaban sucias, los animales tenían heridas y se muerden entre ellos, no nos dejaban participar en nada ni bañarlos», relató la testigo. Esta añadió que, supuestamente, los gestores de la Protectora «solo daban pie a que te largases, que no hableses con los otros, te prohibían la entrada en algunos sitios. No nos dejaban estar con los gatos porque decían que eran malísimos y esparcían la comida por el suelo del recinto y se mataban entre ellos por un pedazo».
La misma voluntaria relató a la jueza que el personal de la Protectora no facilitaba las adopciones y la gente «se iba escandalizada. Los entrevistaban de forma crítica, y si alguien se interesaba por un gato le decían que ese no porque estaba viejo, y le negaban otro por otra razón».
A favor de la Protectora declaró una empleada que dio una versión distinta. Aseguró que los de Proxecto Gato no aparecieron para nada por el local y tenían que encargarse ellos de cuidar los mininos. «Nos teníamos que ocupar de limpiarlos, darles el alimento, recogerlos del lacero, aconsejar a la gente si debían esterizarlos», relató la empleada.
Un trabajador dijo que varias veces pasó por el local de Proxecto Gato en A Madroa y «siempre tenían la puerta cerrada», aunque daban unas señas.
«Hace seis años, los de la Protectora esparcían la comida y los gatos se mataban por ella»
C.B.
http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2011/05/21/0003_201105V21C6995.htm
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