Carlos y Raquel acudieron al refugio, llevando arena, comida y sobre todo mucho, mucho amor. Apenas notaron su presencia, los pequeñines se arremolinaron en la puerta espectantes, esperando con ansia a que entraran en la sala esos humanos tan bondadosos que sabían que les iban a llenar de mimos, y cuyos hombros iban a servir de cálido divertimento. "Ahora me subo", "ahora bajo yo y subes tu", "ahora subimos los dos a la vez y a ver cuánto aguanta este humano" "esperad que falto yo", es lo que parecen pensar mientras hacen turnos para recibir y dar los cabezasos y ronroneos correspondientes.
Muchísimas gracias chicos, por las cositas que les trajisteis... no sabeis cómo nos ayuda cada granito de arena con lo que colaborais, y sobre todo, lo felices que son los gatines con vuestro cariño. Esperamos que regreseis.
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